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Mostrando entradas de mayo, 2017

Perturbación

I mperturbable descendió calles sin fin; arriba abajo, abajo arriba.  La estación gris, hasta silenciosa.  De pronto, entre él y la nada una cabellera roja, incandescentemente roja.  Subió al vagón detrás de ella, corrió detrás de ella...  La perdió.  Tenía que volver a ver ese color, ese ondular del cabello al viento.  Corrió, empujó cuanto ser se interpuso en su carrera, y al fin la vio. Allí estaba, del otro lado del cristal sucio de dedos y desesperación.  Tenía que alcanzarla.  Cruzó la puerta segundos antes de poder perderla para siempre.  Otra vez corrió, esta vez escaleras arriba.  Con todo su ser corrió.  Y allí, afuera, donde se eleva el monumento sin sentido de la ciudad, volvió a tenerla cerca, volvió a sentir su roce de fuego.  Tan cerca, que pudo oler el carmesí de esos cabellos.  Aspiró hondo, se llenó de esa preciada melena.  Y respiró aliviado, entregado....

Sol de otoño

Este solazo nos saluda todas las mañanas, camino al colegio, mientras cruzamos las vías del tren.  Nos carga de energía para el largo y sinuoso día y sabemos que tenemos que aprovecharlo porque en esta época y en este hemisferio se esconde prontito.  Amo el sol otoñal, tibiezón y perezoso.  Durante el verano, lo imagino con pocas ganas de irse, como cumpliendo un mandato universal del que, definitivamente, es imposible escapar. Con ganas y ahínco de cumplir y jugar su rol de calentar y hasta recalentar los días eternos, largos, duraderos. El sol en otoño arranca con períodos de sueño que nos obliga a nosotros a soñar más también. Para luego, en el invierno, condenarnos a su ausencia prolongada, a una lejanía que solo se combate artificialmente, prendiendo luces y estufas; reemplazando su energía limpia y pura por otras sucias y mentirosas. Renace y empieza a posicionarse en su calidad de rey, llevando de la mano a la primavera, empezando a brillar al...

Signos opuestos

—Cáncer —le dijo la ginecóloga hacía dos años. Cáncer. Pero ella había nacido bajo el signo de Capricornio hacía cuarenta y cinco años, era una cabra astuta, decidida y combativa, acostumbrada a los terrenos ríspidos, áridos y a los obstáculos e impedimentos a cada paso. —Un Capricornio siempre vence a Cáncer —contestó esa vez. Costó un tiempo, incluso —muy de Capricornio— tuvo sus vaivenes emocionales; casi parecía que Cáncer iba a vencer a esta cabra furiosa. Sí, Cáncer, así con mayúsculas, porque si le daba una entidad sentía que se daban batalla de igual a igual. Y así fue. Larga y dura batalla. En terreno poco propicio por momentos. Sin embargo, dos años después su oncóloga le informó lo que ella ya sabía: había ganado rotundamente esa batalla tan infame y desigual. 

Empoderadas

Se sentía muy macho y superior mandando a toda su cohorte femenina a pedir favores por él.  Un día solo hizo falta que una se sublevara para que terminara castrado y toda su hombría de macho alfa sin selva se acabara para siempre.