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It is what it is...

Soy Melina, Mel, Meli y también Meluzka. 

Al momento ya tengo más de cuarenta cumpleaños en mi haber, todavía más cerca del cuarenta que del cincuenta, pero en franco avance.

Tengo el corazón dividido en dos mitades exactas: mis dos hijos. 

Profesora de Literatura en stand by. Lectora hiperactiva. Escritora a tientas. Mujer. Mamá. Melómana. Llena de tocs. 

Leo mucho porque me salva, me encanta, me atrapa, me hace ser una persona más amplia en mi criterio, ser una mina más comprensiva con las miles de realidades que andan sueltas por ahí. Tengo una biblioteca física que amo y que crece cada vez que puedo, pero también tengo una biblioteca virtual de la que estoy orgullosa. Prefiero sostener un libro y oler sus páginas, pero cualquier soporte es bueno mientras de leer se trate. No le encuentro sentido a casi ningún versus, mucho menos a libro papel vs. libro virtual; no cuenten conmigo para esa pelea tampoco. 

Me gusta escribir desde que aprendí a juntar la "m" con la "a" y comprobé que las letras sueltas, como las personas, cuando se juntan forman mejores y más grandes cosas. Escribo porque me libera y me sana. Porque soy más yo en cada palabra. Porque cuando en la vida me pierdo, escribiendo me hallan. Es mi catarsis, mi pasión, mi gran amor. 

Soy una ecléctica y apasionada de la música. En mi cabeza siempre hay música, incluso cuando todo es silencio. Hago dosis diarias, intravenosas y cada vez más altas de Spotify. 

Mi vida está plagada de momentos únicos, buenos y malos. Todos valiosos porque la vida es una e irrepetible. 

Adoro pasar tiempo con mis hijos, verlos crecer y ser. Estoy mucho con ellos. Espero estar sembrando bien. 

Cuando no leo me gusta ver buenas pelis o engancharme con cuanta serie de suspenso encuentre y/o me recomienden. Netflix ya está en mi ADN. 

Me encanta pasear, vacacionar y sacar fotos de todo lo que me gusta y me parece memorable: mis hijos jugando, una flor colorida, un atardecer naranja, un sol supremo, agua en calma o una ventana plagada de gotas de lluvia. 

Pienso que las charlas interesantes debieran ser ley y los momentos inolvidables un derecho de todo ser que habite este Universo. 

Amo, necesito, soy adicta a los besos dulces y los abrazos gigantes y apretados. 

Tomo mate, mucho mate. Si estoy acompañada, mejor. Si estoy sola, la bombilla se convierte en el mejor micrófono de mi sueño frustrado de cantante, como cuando al barrer el palo de escoba es mi parteneire de baile. 

Duermo poco, porque dormir me parece una pérdida tiempo, un primo lejano de la muerte, una habladuría de la vida.

La lluvia y cambiar de lugar los muebles cada dos o tres meses son, al mismo tempo, mi salvación y mi perdición. Necesito purificarme caminando bajo una garúa finita, tanto como cambiar el sitio en el que habito para no volverme loca sintiéndome siempre la misma. Será por eso que me ubico muy poco en el espacio, aunque compenso con mi gran orientación en el tiempo.

Me gusta la vida, incluso en los días en que reniego y me peleo con la rutina. 

No soy extremadamente sociable ni extrovertida, pero sí sufro de empatía. Aunque admito que no todas las personas me gustan ni me gusta estar todo el tiempo rodeada de ellas, sobre todo si si son muy conflictivas: me da miedo perderme en sus laberintos. 

Las redes sociales y este blog también me agradan y ansío que cada persona que comparte estos espacios virtuales conmigo la pase bien y les dé ganas de quedarse o de volver. 

Así soy, así me quieren o no me soportan. Lisa, llana, simple, espontánea, muchas veces mal humorada. Fanática de mis pasiones, defensora de mis ilusiones, amante de mi ocio. Border en muchas ocasiones. Soy yo y es lo que hay. 






















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