Me gusta recostarme sobre la hierba y contemplar el cielo a través del follaje de nuestro árbol del bosque.
Recordar las promesas, las caricias, las risas y los sueños de los que él fue testigo.
Buscar y encontrar las iniciales que grabamos a cuchillo en su tronco macizo.
Sentir que cada una de sus hojas y yo sabemos bien que, recordándote, sigues aquí conmigo, aunque tu cuerpo ya se haya ido.
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