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Mostrando entradas de marzo, 2017

Sinónimos

Empujar.  Sacar.  Correr.  Salir.  Tirar.  Hablar.  Dejar.  Escapar.  Cambiar.  Limitar.  Seguir.  Delimitar.  Abandonar.  Declarar.  Sustituir.  Ignorar.  Fluir...  No parecen, pero a veces son sinónimos .

Ecuación lógica

Les contaré una brevísima historia sobre dos personas, dos hermanos de hecho, que aquí serán personajes. Los llamaremos X y Z, sin más, solo por capricho, aunque también un poco para preservar sus identidades.  La historia es larga y se remonta hasta hace varias décadas, casi diría que empezó el mismo día que Z nació, cuando X tenía 4 años; pero no voy a contarla. En verdad tampoco importa saberla. Solo es imprescindible que conozcan el fuerte deseo que X tenía porque Z muriera, pese a la entrañable y profunda relación que los unía.  Tan enorme y necesario era este deseo que X decidió, finalmente y contra todo prejuicio, terminar con la vida de Z. Con tal fin, X prepara, una noche cualquiera, sin un pretexto específico (porque todas las semanas los hermanos se reunían a cenar en casa de alguno de los dos) una cena formidable: manjares y exquisiteces varias preparadas por él mismo y un vino delicioso, de su exclusivísima bodega. Todo en el cálido ambiente del coqueto departa

Haiku octavo

Frío trémulo. Sin vida esos árboles perdieron su amor.

Una noche de cristal que se hace añicos

El problema no es el principio; siempre se arranca con ganas y bien predispuesto. El problema pasa al final.      El problema es el final.  De todo.  De las historias en general.  De la vida, sin dudas.  De las parejas, de los libros, de las canciones, el final del trabajo, el final de las salidas, el final del pote de helado.      Y el final de los recitales también.     Tristes finales. Siempre tristes, ningún final es feliz. Lo que sí es posible es intentar que sea el mejor de los finales, que no sea trágico y al menos salir con una sonrisa airosa de cada emprendimiento. Como cuando vemos una linda peli de final feliz y sabemos que es mentira, que eso en la vida real nunca hubiera terminado así, pero nos reconforta esa mentira y la tomamos prestada para seguir.      Intentar, al menos prever la posibilidad de un final seguro y tornarlo lo más sereno y no traumático posible, para que no haya daños colaterales.     Lástima que no suceda siempre. Como pasó este f

Palabras

La rima fácil, el verso ausente. La estrofa indecisa.  Como hojas llevadas por el viento  van y vienen, pero no se quedan,  nunca descienden. Las palabras no siempre fluyen.  No son agua mensajera,  ni llegan para quedarse. Duelen, se escabullen entre la lengua,  se esconden entre las espigas del pensamiento. Son diamantes que nunca me pertenecerán. Entre las venas laten,  pero mis ojos solo las ven lejanas como estrellas. Inalcanzables, las palabras no llegan en esta noche. Son mezquinas. Se esconden. Están tan cuesta arriba, tan a contramano. Y todo se pone negro, oscuro cuando faltan. Todo parece que se derrumba y hasta cuesta soñar. Pero luego, mágicamente, llegan. Resurgen como el ave Fénix. Solo nacen, solo vuelven. Las palabras entonces se ordenan, se quedan. Y con ellas, la calma. Es solo un instante que huele a eterno. Ahora sí, fluyen. Y entonces respiro como en el aire libre. Ahora sí, avanzan como un

Libros bajo mi piel

Y un día, todavía no sé muy bien cómo ni cuándo, la idea de tatuarme se me presentó palpable y tangible en mi cabeza. Como un coágulo que se estanca en el cerebro y produce severos trastornos, la idea del tatuaje se hizo cada vez más pronunciada y feroz.     No es gran cosa, seguramente que no. Pero para mí, con casi cuarenta y tres primaveras (con sus otoños e inviernos incluidos) fue trascendental.      Como todo, los tatuajes también tienen su lado positivo y su lado negativo. Lo malo es que a esta avanzada edad los miedos se hacen carne. Tenemos miedo del miedo, temor del dolor. Una sabe que está cerca de algunas cuestiones que no pueden escindirse del dolor, físico o del espíritu, y prefiere mantener alejado todo momento de exposición innecesaria a los pesares. Lo bueno es que, después de más de cuatro décadas transitando la vida, terminamos conociéndonos bastante mejor que hace veinte años atrás. El tatuaje, entonces, es más definido, más pensado, más seguro de no incurrir