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Una noche de cristal que se hace añicos

El problema no es el principio; siempre se arranca con ganas y bien predispuesto. El problema pasa al final. 
    El problema es el final. De todo. De las historias en general. De la vida, sin dudas. De las parejas, de los libros, de las canciones, el final del trabajo, el final de las salidas, el final del pote de helado. 
    Y el final de los recitales también. 
   Tristes finales. Siempre tristes, ningún final es feliz. Lo que sí es posible es intentar que sea el mejor de los finales, que no sea trágico y al menos salir con una sonrisa airosa de cada emprendimiento. Como cuando vemos una linda peli de final feliz y sabemos que es mentira, que eso en la vida real nunca hubiera terminado así, pero nos reconforta esa mentira y la tomamos prestada para seguir. 
    Intentar, al menos prever la posibilidad de un final seguro y tornarlo lo más sereno y no traumático posible, para que no haya daños colaterales. 
   Lástima que no suceda siempre. Como pasó este fin de semana (Olavarría, Argentina, marzo 2017, señores) del que todos hablamos. Claro está que dieron todas las chances para que la gente hable, los medios hablen y todos opinen desde un lugar que no es el del triste final que tuvieron algunas personas.
   No debiera ningún final terminar mal, mucho menos un recital terminar en tragedia. No está bueno. Habla muy mal de todos. Deja una huella que ni miles de años de erosión van a borrar.
   Duele que algo tan sagrado como la música termine en la muerte de unas personas. Duele escuchar excusas, opiniones mal intencionadas de los "opinólogos" oportunistas de siempre. Duele que una fiesta tenga un final tan infeliz.
   Una noche de cristal que se hace añicos...
   Todos tenemos un final, sabemos que vamos a un final en algún momento de nuestra única vida, el tema es saber cuán rápido vamos a llegar a él y cómo vamos a llegar. No estaría mal empezar a cuidarse un poco para transitar el camino hacia ese lugar irremediable de la mejor manera posible, para que el sendero no sea tan cuesta arriba y, sobre todo, para que el final inexorable no sea tan terrible ni antes de tiempo.
   Son tristes los finales y más tristes son los finales tristes.

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