Soy feminista.
Sí, empiezo así para que sepan que lo que viene después sale de la boca y los dedos de una mujer que cree en la causa feminista. Una mina que lucha día a día por demoler sus resabios machistas, una persona de sexo femenino que cría dos hijos, un hijo y una hija, con la firme convicción de que son iguales. Una tarea que no es fácil por el contexto patriarcal en el que crecí y me criaron a mí. Aun así lo intento. A él (mi varón, el hombre de mi vida) le toca la parte de aprender que no es más que ninguna mujer, que no debe gritarle, insultarla, ser violento en ninguna de sus formas, ni tiene que considerar que hay tareas exclusivas de mujeres que él no puede hacer.
A ella (mi pequeña, mi mini yo, mi reflejo) le toca aprender a respetarse y hacerse respetar, a luchar por un mundo más justo e igual para ella y para todas. A ella también le toca ver que hubo muchas mujeres que lucharon para que hoy podamos estar un poco más avanzadas e igualadas. A ella le corresponde también cuidarse, porque todavía tenemos que cuidarnos nosotras y entre nosotras, porque aún no logramos ni la cuarta parte de lo que debemos y nos siguen violando y matando y los femicidios se reproducen sin cesar.
A ella le toca decidir sobre su cuerpo, sobre su derecho a ser madre o no, sin tener que explicar el porqué de su decisión.
A ella, mi hija bella, mi pequeña mujer en crecimiento, le tocará defender la despenalización del aborto y nuestra vida de mujeres cíclicas.
A ella le toca poner en práctica la sororidad, la empatía y hermandad entre nosotras, para que así, juntas como un muro, no dejemos que nadie nos mate ni nos avasalle solo porque nos vendieron el cuento de que somos el sexo débil. Ella sabe que ese cuento es eso, solo ficción.
Que este #8M sea solo simbólico algún día, mientras tanto que sirva para visibilzar la terrible realidad internacional de la mitad de la población mundial.
FELIZ DÍA Y FELIZ VIDA, HERMANAS!!
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