Se partió el cielo en pedazos
con un trueno que atravesó la calma,
al alba recién despierta,
al alma siempre callada.
Oscura amaneció la ciudad,
relámpagos la hicieron clara.
Cortina de agua invisible
arrullaba mentes cansadas.
Y sin embargo ella mutaba
anhelando el cambio rápido,
batallando la rutina,
desmadejando las jornadas.
El agua fue su bálsamo,
ni la lluvia la domaba.
Quiso ser lo que quiso
y salió airosa en cada batalla.
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