Ni pasto, ni camellos, ni yo que me olvidaba y les ponía alimento para perro.
El tiempo tirano vuela y un día, sin darnos cuenta, se roba con guante blanco y de un plumazo toda la magia. Y los reyes se quedan sin corona, sin mirra ni incienso, ni estrellita de Belén que los guíe a casa.
El reino de las fantasías cae en una ingrata trampa, le hacen un un golpe de estado, y se instala una tiranía del crecer.
Y aunque yo sea un hada sin varita que intenta mantener al menos la sorpresa, la vida es siempre cuesta arriba y no deja que vayamos para atrás.
Ni en trineo ni en camello, la inocencia y su ilusión no vuelven más.
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