Cada tanto, un dios cruel y vengativo nos recuerda que haber robado el fuego fue una gran soberbia humana, una metida de pata supina del amigo Prometeo. Y ese pecado capital e irredimible se paga con más fuego descontrolado que sufre la tierra y los ciudadanos de a pie, siempre herederos de los castigos divinos.
Escribo porque me libera y me sana. Porque soy más yo en cada palabra. Porque cuando en la vida me pierdo, escribiendo me hallan.
Comentarios
Publicar un comentario