Viernes. Soñado, amado, deseado, pedido a gritos. Viernes que cargas una pesada mochila llena de esperanzas ajenas. Viernes quitapenas. Y si no las quitas, las camuflas hasta el próximo lunes mal agorero. Viernes de resurrección de la carne y la vida perdurable. Viernes sin restricciones. Viernes, amén.
Me gusta recostarme sobre la hierba y contemplar el cielo a través del follaje de nuestro árbol del bosque. Recordar las promesas, las caricias, las risas y los sueños de los que él fue testigo. Buscar y encontrar las iniciales que grabamos a cuchillo en su tronco macizo. Sentir que cada una de sus hojas y yo sabemos bien que, recordándote, sigues aquí conmigo, aunque tu cuerpo ya se haya ido.
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