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Solo los chicos

Los adultos tenemos eso de intentar e intentar que todo salga al revés  y sea medianamente difícil y problemático.  Pasamos horas preciadas en boicotear todo y boicotearnos la vida. Como si huyéramos de las cosas simples. Entonces ponemos peros, manipulamos los sentimientos propios y ajenos, discutimos lo evidente. Pero ahí, justo ahí cuando menos lo esperamos, viene un pibe y de una patada de inocencia y buena onda te voltea el tablero de quilombos. Y sin un pelito de envidia ni maldad lo transforma todo en liso y llano, en simpleza absoluta, en una paloma blanca, sentada en un verde limón, cantando "pero sí porque te quiero a ti". Así,  sin vueltas, caprichosamente sincero y cariñoso. 
Los pibitos, tanta empatía y sabiduría toda junta en envase chico pero rendidor.

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Luna de sangre

Eclipse de sangre llaman al momento en que la luna pone su cara ardorada, roja de ardores nocturnos, de intentar infructuosamente que su amado sol pase, alguna vez, una noche junto a ella.  Los lobos aúllan su llanto, pero el rey Febo aún no quiere darse cuenta.

Otoño

Vino el otoño con sus mañanas frescas, con sus hojas secas, con el sol remolón y las noches tempranas de luna lejana. Vino el otoño de rocío y crujidos. Vino el otoño a susurrar tu nombre en el viento y a recordarme cuán fría es tu ausencia cada vez que me toca un rayo de sol.

El árbol

Me gusta recostarme sobre la hierba y contemplar el cielo a través del follaje de nuestro árbol del bosque.  Recordar las promesas, las caricias, las risas y los sueños de los que él fue testigo.  Buscar y encontrar las iniciales que grabamos a cuchillo en su tronco macizo.  Sentir que cada una de sus hojas y yo sabemos bien que, recordándote, sigues aquí conmigo, aunque tu cuerpo ya se haya ido.