Ruges rigurosamente en el silencio de la noche. Viento tirano, que les recuerdas a los pobres que son pobres, en cada chapa que se vuela entre tus garras. Viento cómplice de los ricos, porque los obligas a cerrar fuerte las ventanas para que sigan sin ver. Llevas y traes quejas, lágrimas, risas y deseos incumplidos. Vendaval ladrón de sueños que danzan de aquí para allá en cada soplido. Ventarrón arrabalero, te llevas la esperanza pa'otros pagos y la devuleves en forma de olvido. Viento que no te aquerencias con nadie, vuelas bajo y rápido, arrasando la tierra y dejándola desnuda de amor. Te acusaba Goyeneche de traer un extraño lamento, tal vez es el grito ahogado de miles de mujeres golpeadas y asesinadas cada vez. Viento cruel. Cínico viento.
Me gusta recostarme sobre la hierba y contemplar el cielo a través del follaje de nuestro árbol del bosque. Recordar las promesas, las caricias, las risas y los sueños de los que él fue testigo. Buscar y encontrar las iniciales que grabamos a cuchillo en su tronco macizo. Sentir que cada una de sus hojas y yo sabemos bien que, recordándote, sigues aquí conmigo, aunque tu cuerpo ya se haya ido.
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