La gente que la rodeaba, la mayoría, insistía en desmerecer lo que ella era en verdad. Tanto así, que cansada de explicarlo una y otra vez, decidió demostrarlo en la práctica y con creces. Pero ni siquiera cuando se cargó a veinte personas creyeron por completo en su capacidad de matar sin motivo, con crueldad y a sangre fría. Sin testigo alguno que atestiguara en su contra y por falta de todo mérito, fue declarada inocente.
Escribo porque me libera y me sana. Porque soy más yo en cada palabra. Porque cuando en la vida me pierdo, escribiendo me hallan.
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