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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Haiku segundo

Ciruelas dulces en el inquieto cielo. Es alfa y omega.

Los castigados

En nombre de los más necesitados, los poderosos se reunían a dirimir, al fresco del aire acondicionado y café mediante, quiénes tenían la culpa de la triste realidad de los abatidos. La responsabilidad nunca era propia, siempre se tiraba la pelota al bando contrario, como en el juego del "quemado". Y afuera se quemaban de impaciencia los mismos desesperados de siempre, quienes jamás tenían la culpa, pero eran los únicos castigados.

Brillante y porfiado

¿Seguirá lloviendo? El sol se empecina en asomar cuando ya está en su ocaso. Algo debe significar esa maravillosa tozudez de la naturaleza.  Tal vez sea  hora de imitarla, tal vez debamos ser insistentes en nuestros proyectos, perseverar en los sueños, no boicotearnos los deseos. No movernos de la felicidad, negarnos a estar con quien no queremos, alejarnos de los lugares que nos hacen mal.  Convertirnos en seres fuertes ante la fatalidad y que nuestro brillo y voluntad se vean, incluso, a través de las nubes densas, cargadas de agua.  Así, como el sol, que porfía cada atardecer en no irse, aun cuando los días grises le sean tan adversos.

El hombre es su deseo

No logro recordar exactamente cuándo decidí hacer de mi vida una carrera sin escalas para cumplir un único objetivo. Tal vez la muerte de mi hermano, antes de su propio nacimiento. ¿Hay algo más absurdo que morir antes de nacer? O quizás la agonía larga de mi anciano abuelo, que falleció a los noventa y cinco años, luego de padecer durante cinco una enfermedad terminal. ¿No es irónico también? Vivir espléndidamente durante tantos años, para luego agonizar con una enfermedad incurable. Podrían haber sido cualquiera de las dos opciones, sumadas a otras tantas muertes que ocurrieron desde mi infancia y se fueron sucediendo a lo largo de mi vida, hasta hoy. Pero sin dudarlo, lo que determinó mi carrera desesperada para cumplir mi fin fue una cita de Aristóteles que leí cuando tenía catorce años, y que ya no recuerdo cómo llegó hasta mí. Ella decía: “El hombre es su deseo”.  Pues, mi deseo desde que tengo uso de razón fue, nada más ni nada menos, que no morir. Vencer a la muer

Solo los chicos

Los adultos tenemos eso de intentar e intentar que todo salga al revés  y sea medianamente difícil y problemático.  Pasamos horas preciadas en boicotear todo y boicotearnos la vida. Como si huyéramos de las cosas simples. Entonces ponemos peros, manipulamos los sentimientos propios y ajenos, discutimos lo evidente. Pero ahí, justo ahí cuando menos lo esperamos, viene un pibe y de una patada de inocencia y buena onda te voltea el tablero de quilombos. Y sin un pelito de envidia ni maldad lo transforma todo en liso y llano, en simpleza absoluta, en una paloma blanca, sentada en un verde limón, cantando "pero sí porque te quiero a ti". Así,  sin vueltas, caprichosamente sincero y cariñoso.  Los pibitos, tanta empatía y sabiduría toda junta en envase chico pero rendidor.

El engaño

Gritaba, a quien quisera escucharlo, que la vida es bella y corta y había que disfrutarla.  Tenía una pose muy nueva era, en la que solo importaba el presente y uno mismo. Su problema fue siempre confundir poses con posturas. Alejaba a las personas que la dañaban, siguiendo la receta de las frases de autoayuda de moda. A cambio, se rodeaba de aduladores disfrazados de amigos, dispuestos a la  sonrisa simplona y adornada.  Bloqueaba su corazón a quienes siempre le habían dicho la verdad, porque se había inventado una nueva realidad, bastante más condescendiente y luminosa que su propia vida.  Pero nadie, ni ella misma creía en la solidez de ese castillo de naipes, que más tarde o más temprano volcaría, dejando a la reina de los corazones destrozados, infeliz, dañada, mal querida y rodeada siempre de la misma soledad.

Escapes

Se escapaba la luna en los pasillos del ocaso.  Se piantaba el día y también un lagrimón por los momentos perdidos, las horas no disfrutadas y los minutos volátiles.  Se rajaba la luna entre las nubes y varios recuerdos entre los recovecos de mi memoria.  La vida se va, así, casi sin avisar, con pasos cortitos pero firmes en cada atardecer. 

De cómo no hacerse cargo

Por si acaso no pregunto.  Si no pregunto no sé y si no sé no hago nada.  No saber no me hace responsable. Por si acaso no pregunto, a ver si descubro algo que no me queda cómodo y no me es grato. Por si acaso no pregunto, porque al preguntar me hago cómplice; no importa de qué. Cómplice es culpable, solo porque es no ser inocente. Por si acaso no pregunto y no me podés hacer cargo de nada, porque si no sé no pasa y si pasa, seguro alguien más lo resolverá.  No ser parte del problema, pero tampoco de la solución. Esa es la idea y entonces por eso, por si acaso no pregunto.  Porque las cosas pasan rápido y hasta parece que no pasaran si uno nunca, jamás dice ni pregunta nada.

Te miento

Te miento si te gusta si disfrutás más la miel de la mentira que la hiel amarga y sincera allá voy con mi creación. Si la verdad te huele a limón si no apreciás la sinceridad haré un silencio supremo porque no sirve mi reflexión. Pero mentir es difícil me falta esa lección pero por vos yo hago todo te miento con el corazón.

Mariposa

Dorada, bella, simple, reposada, perfecta.  Sus alas la posaron sobre mi cortina, sus ganas la mantienen ahí aferrada, como si su existencia dependiera de ello, como si mi vida quedara pendiendo para siempre de sus alas.

Jueves

Jueves arribando a la semana. Jueves liviano de expectativas. Jueves de transmutación, de transformación y apaciguamiento de energías. Bendito jueves que hueles a viernes y a alegría. Buen jueves que no llueves y nos mueves y nos vibras.